1 de octubre de 2010

Perdiendo el tiempo III (De la propiedad transitiva del fenómeno manual)

Hemos hecho descargos explícitos en contra de la beligerante condena que sobre aquellos que se tocan el pito con fines hedonistas pesa. Viendo la nula repercusión de dichas defensas, vamos a vender la camiseta y a condenar enérgicamente a una calaña en particular de masturbadores seriales. Para ubicarlos, les comento que el siguiente post nace, se desarrolla y muere en una oficina, puesto que esta fauna bastarda de pajeros es de cuello blanco, tirando a panza de agua, y no se deja ver en plazas ni canchas de fútbol. Pasen y vean. No se asusten, no los voy a hacer laburar, vagos. Tomen asiento. Están cómodos? Bueno, respiren, métanse en personaje; Véanse de trajedia, bien peinaditos, observen el scanner, el baño unisex, la recepcionista cachondasa y a lo nuestro!
Dice así:
Aquel que es recurrente en el uso de las manos (leasé: pajero) goza del beneplácito popular (y gubernamental también, ya que estamos, total, la montogarquía siempre tiene algo que ver con todo) para acusar de recurrente en el uso de las manos a cualquier cristiano que ose entrar en su radio de acción. Para esto, el pajero tiene un mecanismo bien aceitado que casi siempre le anda. El pajero nos pedirá, como al pasar, que vayamos al kiosco, a la farmacia, al chino o a la fotocopiadora, con la tranquilidad con la que un patrón hace pedidos de esta naturaleza a un empleado, con una sola diferencia: el pajero no es patrón y muchas veces su caterva es inferior a la nuestra en el escalafón empresarial o en la mal llamada pirámide alimenticia ¿Qué sucede al tomar conociemiento el cristiano en cuestión (que no es el pajero. Tengámoslo bien clarito: Cristiano = Persona; Pajero = Pajero) de que el destinatario de tan amable pedido es él mismo (el cristiano)? Pueden pasar una de dos cosas (porque dos cosas no pasan, charly. O pasa una o pasa otra, no seamos pelafustanes). Una de dos, decía: o bien, el cristiano es un sumiso bien aprendido, caniche faldero modelo "vieja-cheta", que cree que hacer el bien está bien, no importa a quien se lo hagas (lo cual significa una sola cosa: no la puso nunca y quiere hacerle algo a alguien, no importa qué ni a quién), por lo cual se pone el saco, se saca el pone (chiste (risas)), gana la calle y vuelve a la oficina en un periquete, un poquito agitado y blandiendo cual trofeo el chocolate, el paquete de curitas, el fiambre o las fotocopias fresquitas, dependiendo de adonde lo haya mandado el pajero.
La segunda situación se da cuando el cristiano víctima del pedido en cuestión la puso (ha tenido sexo en el transcurso de su vida llena de culpa, penitencia, rosario y cantito a doncella fenecida) y no es tan bien aprendido ni tan caniche toy, escenario en el cual, con toda la efervescencia de su ser, proferirá un "ni en pedo, qué te crees? andá vos", a lo que el pajero, que es pajero pero no boludo, contesta casi siempre "NO SEAS TAN PAJERO, ES IR HASTA EL CHINO NOMÁS! QUÉ TE CUEEEEEEESTAAAAA???". Ante la reiterada negativa, el pajero acusará al cristiano de ser el pajero más pajero que se haya visto en lechelandia jamás! Y la gente seguirá laburanding, murmurandose entre sí, y este es el mas flagrante atropelo de la fábula, que "la verdad que sí, es un pajero. Qué le cuesta ir a comprarle una rodhesia al migue, que es tan bueno?". Un atropelo! (con una sola "L", sí. Decilo, vas a ver qué bonito: A-TRO-PE-LO! Viste, sos re freak. Andá a contarle a tus amigos)
Ahora, bien, si no te fuiste a contarle a tus amiguitos, salgamos de esta oficina y te cuento lo que me parece que esta situación enseña...!
Bueno, lo fascinante de todo esto es que un tipo que no puede hacer el mínimo esfuerzo por sí mismo te acusa a vos de pajero por no hacer el mínimo esfuerzo por él. La útlima vez que me fijé, la ley imperante era el "sálvese quien pueda, y si te estás ahogando te vas a cagar haciendo fuerza porque en mi bote no hay lugar". No debemos reconocer inocencia alguna en este pajero que, a sabiendas de que un ñato cualquiera lo dejaría ahogarse observando el hecho desde la comodidad de un kayak para dos, se permite pensar que sos capaz de ir al súper a comprarle jabón blanco. De locos! Un enfermito, claramente. La paja lo dejó mal!
Y a modo de descargo personal: Oíme, animalito, si vos tenés hambre y no podés ir al kiosco a comprarte unas sonrisas, merecés perecer en la mayor de las soledades. Y si el mejor esfuerzo que estás dispuesto a dar para mitigar el hambre que te aqueja es decirme pajero en frente de la recepcionista que me estoy tratando de desayunar desde que entré a laburar, te voy a arrancar los dientes con un pisapapeles! PAJERO!

Se me soltó la cadena en el final, pero qué querés?
Así viene todos los lunes esta burra de recepción...
Me tiene mal.

4 comentarios:

Yamila De Filippis dijo...

me asusta el blanco de las tetas de la piba. no pega con el color de su cuerpo.
y eso q es? una bufanda?
tiene cara de astróloga.
(?)

Anónimo dijo...

ne encanta masturbarme y que me masturben,,, como dicen no soy el target CHAU

nono dijo...

Se me puso anatómico y lascivo el comenteitor... mea culpa!

il sapo dijo...

Jajaj tal cual! que onda loco, si te falta jabón para lavarte la pelusa andá y compratelo vos capo!
He sufrido calamidades al respecto en mi época de cadeting. Me pidieron papel higiénico por que se había acabado, ni por puta te voy a comprar papel fiera, yo no cago en la oficina, mi respuesta. Mi contesta fue.. eso es cagarse en la oficina. ?!. que tul? pajero chisposo resultó. Cagarse en la oficina era tener un cadete mal pago resultó.
Un abrazo y me gusta este despotrique.