1 de diciembre de 2010

Oda a la bufanda

Soñabamos con caribeñas criaturas que nos hacían petes en un sauna y sonó el despertador. Ahora, es un sauna universal el que nos esta haciendo la cola y el pesado desconcierto que nos invade promete un día complejo.
Salir de la cama es despegarse de un entramado de hilo que está sujeto a la espalda por un plasma gomoso, espeso y tibio.
Abrir la ventana es resignarse a que se escapen las pequeñas corrientes de aire respirable que algún ventilador movía por el ambiente. Estas porciones de oxigeno son succionadas por el aire caliente que inmediatamente copa la parada, como un sopapo de revés que nos aplica un gigante de moco.
Meterse en la ducha es lamentable. Uno abre la canilla del agua fría, pero sale tibiona, como boluda. Después de la ducha, con la toalla en la mano, asisitimos a un milagro de la química. En ningún momento el cuerpo seca. El agua que nos moja es simplemente reemplazada por sudor, y uno tiene que ponerse las bermuditas sobre las cachas sudadas y salir a laburar.
Salir a la calle es sufrir. Las baldosas blancas hacen de espejo para el sol y nosotros, agraviados y ciegos, caminamos atropellando a inocentes ancianas que, al borde de la descompensación, hacen la cola para cobrar la jubilación. Cuando los ojos se acostumbran al calvario y podemos distinguir figuras, nos damos cuenta de que las delicias caribeñas que nos besaban el trozo en sueños, por estas calles serían reducidas a la más ignota de las nadas, en comparación con lo que por aquí camina. Piernas, espaldas, cuellos, culos, tetas, las avenidas son un revoleo de carne firme y actitud amazónica digna de "la noche del domingo".
Sé que algún pillín está viéndole el lado bueno, pero paremos la pelota y reflexionemos: Hacen setenta y ocho grados, el asfalto se te pega a la suela, y para vos engomarte es un golaso? Con lo difícil que es pensar con este calor, vos querés que se te vaya toda la sangre al sur? Además, a cuántas de estas burras te vas a comer? Y no te pregunto este verano, en la puta vida hirviendo esta de mierda!? Cuántas? Bueno, capaz te comes un par, me estoy enojando con vos que sos un atorrante divino, dejá. Lo que pasa es que en verano, echarse un polvo es un esfuerzo. Imaginate que tenés que tocar otro cuerpo, envolverlo, apapacharlo. Son 38º de calor en una bolsa de carne. No a cualquiera se le concede el privilegio de ese sacrificio. Entonces, contrariamente a lo que dicen las malas lenguas, las putitas aflojan menos en verano que en invierno. Ergo: esa verga nerviosa se la vas a terminar apoyando a un viejo en el tren. A mi, en lo personal, me da por las pelotas todo esto del calentamiento sumado a la calentura. Es pan con pan.
Y fijate como me curte la vida, marce. Yo me la sudo en el bondi y me la congelo cuando llego a la oficina y el hijo de puta que maneja el control del aire lo tiene en 17º todo el puto día. Tengo que mear en una botella de gatorade que guardo abajo del escritorio porque salir al baño es comerse una nebulosa de yogur caliente y volver transpirado al puto invierno artificial que tiene este oligofrénico conlgando en la pared.

El verano las pone locas.

3 comentarios:

Yamila De Filippis dijo...

lo que mata es la caló, no la humedá.
a mi en lo personal me da mucho asco cuando me intentan apoyar en el colectivo. yo me doy vuelta. ni meada q me vas a apoyar, atorrante.

Anónimo dijo...

jajajajajaaaaa!!!!
atorraaaaaante!
te banco, yama!

zalo dijo...

jajaj groso XD

pensé q era una cagada , pero empezo a tener sentido :P