17 de septiembre de 2010

Vade retro, franela!

A mi, en lo particular, me molesta que vengan a pasarle una franela al polvoriento desván de los recuerdos. Me pasó de retornar a la casa donde transcurrí la más tierna de las infancias; En las vastas extensiones de mi pieza jugaba monumentales partidos de paddle (o padel) con mi hermano, me lanzaba a mi cama desde las alturas inconquistables del tercer estante de mi ropero y nos jugabamos unos picados que ni te digo en los pasillos. Todas esas hermosas correrías tenían un lugar de privilegio en algún compartimento de mi memoria, hasta ese inefable retorno al recinto en cuestión. Desolador!
Los pasillos que hicieron las veces de cancha de fobal infantil los recorrí de un paso. Donde había un ESTADIO DE PADDLE, me encontré con un cuartucho de 2x2 y las inalcanzables alturas que supieron iniciarme en la aventura del banshi shampin (o cómo se escriba) resultaron ser alcanzables para mi escaso 1,70 mts.
Todo esto me lo revolvió este dato perverso. Qué manera de pisotear los datos duros de la memoria colectiva, che. No hay respeto por nada!

Es así.
Al recuerdo siempre le queda chica la realidad.
quévase!


1 comentario:

salvadipa dijo...

Enorme retórica, me pintaste un lagrimon.