24 de enero de 2011

Son dos minutitos y te suelto...

Claro, una putita te oye decir esto y se le seca la frijolera. Es que la precocidad, mis amigos, no tiene buena prensa. Amén del reproche de una mal cogida (en lo inmediato, claro está), al precoz lo aquejan inconvenientes de la más variada índole, algunas de las cuales (índoles) intentaremos abarcar en el día de la fecha. Humildemente, ahí vamos.
- Empezamos, paradójicamente, por el abandono que la condición le hace al condicionado cuando el condicionado más la necesita. A saber, el precoz encamado con un molusco mal herido, de aliento atropófago y voz de zaguero. El precoz hace uso de todo el archivo mental de carnes que sus manos no han llegado a tocar para hacer del coito un trámite expeditivo, pero no hay caso. Al batracio le pone dos horas, dele que dele. Una injusticia.
- Corrámonos de lo sexual (porque el sexo deja de dominar la mente solo durante esos quince minutos después de correrse): El precoz se sirve un whisky con hielo y se pega un trago antes de agitarlo. El whisky está muy puro y el precoz, que según sabemos, es precoz y por lo tanto inferimos que toma whisky antes de que la maduración de su paladar así lo propiciare, sufre el trago, adormila sus papilas gustativas y chau pichu, el camino hacía la borrachera es casi igual que el camino de vuelta: Una mierda caliente, mojada y encandiladora.
- Hincha de fútbol, el precoz compra una bolsa de papas, un queso crema y una bebida espirituosa, prepara la mesa, sintoniza la previa y, como buen precoz, deglute raudamente comidas y bebidas. Para cuando el balón empieza a rodar, el precoz está empachado, pedorriento y un poco siestero. Y ahí nomás, sin sabanita, se queda dormido promediando el primer tiempo y se pierdo todo, absolutamente todo por cuanto veló en su incursión a la despensa del barrio.
- Para la final, una que me gusta ya que la comparto. El precoz se mea encima. Como buen precoz, comienza por lo que tiene a mano. Y qué tiene a mano el precoz? La garcha. Claramente. Entonces, antes de llegar al baño de, ponele, la oficina, el precoz echa mano de su aparato, bajando el braguetero envoltorio y dándole aire en medio del pasillo, arriesgando (cuando no asegurando) el cruce con la recepcionista, la secretaria, el patrón o algún pululante oficinístico rotativo, como ser un proveedor o un motoquero. Momento harto vergonzante para un precoz, un no precoz, un bombero, un monje shao lin, en fin, para todos menos para Ron Jeremy. Peligrosísimo, amigos. Una acción sin dolo, pero con mucho mucho punch ahí en el alma.

¿¿¡¡Ay, Octavio, qué hacés con la piola en la mano!!??

1 comentario:

Anónimo dijo...

sos un mamarracho. Rescatable la foto de la mina, un hallazgo.
por que no viras a una especie de "la foto que habla"? de esa manera escribis menos sandezes y entretenes mas a tu publico cautivo, que te lee por que no tiene un porongo mejor que hacer con su triste vida de lunes.
paul blond