Mi perro tenía carácter. Cuando me retaban o me hacían pasar un mal momento él se daba cuenta, se echaba un meo y se llevaba la atención.
Mi perro me vio fumar el primer cigarrillo. Después me lo llevaba a la plaza. Él paseaba y yo fumaba cigarrillos y leía.
Mi perro me lamía las heridas. Hay gente a la que eso le da asco. A mi no.
Mi perro me defendía. Una vez estaba en mi cama y mi madre, que vino a retarme, se sentó ente mi perro y yo. De pronto, mi perro, sin moverse de su lugar, empezó a mear. El pis cayó sobre el cubrecama, salpicando la cola de mi madre, que salió corriendo. Mi perro y yo nos quedamos mirando la tele.
Mi perro era chiquito. Un día se peleó con un grandanés y le ganó. Fue hermoso, nos sentimos invencibles casi toda la tarde.
Mi perro era chiquito. Un día se peleó con un grandanés y le ganó. Fue hermoso, nos sentimos invencibles casi toda la tarde.
Mi perro sufría el rigor del chas chas con el diario enrollado. Así nos dijeron que se les enseñaba a mear en un lugar determinado. Cuando mean se los faja un poco, se les hunde la nariz en la meada y se los encierra en el lugar donde deberían mear.
Mi perro tenia un peluche que sodomizaba. Mis amigos se divertían mucho viéndolo frotarse frenéticamente contra el peluche. A mi siempre me hizo sentir un poco mal que tuviera que conformar su sed de carne con peluche, pero igual lo dejaba.
Mi perro meaba en todos lados. A mi me miraba con los ojos saltones y las orejas echadas para atrás y yo sabía que lo tenía que llevar al balcón para que meara. Después de mear se ponía cariñoso y me lamía mucho la cara. Supongo que miraba igual a mi madre y a mis hermanos, pero ellos no le daban bola y el pobre se terminaba meando escondido en un rincón.
Mi perro, una vez, me miró con esa cara de meo y no le di bola. Lo dejé en mi cuarto y me fui a hacer un café. Cuando volví estaba todo meado. Era una cantidad inmensa de meada. Casi que me daba orgullo. Limpié el meo bajo la mirada asustada de mi perro, que esperaba el chas chas con el diario. No le hice chas chas. Era culpa mía. Le di besos y galletitas.
Mi perro se fue de mi casa porque mi madre se cansó de limpiar meada.
Mi perro, en su nueva casa, cuando lo dejan encerrado, se las arregla para abrir la puerta y salir a mear. Después entra y cierra la puerta.
Mi perro es un genio.
Lo extraño un montón.
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