19 de mayo de 2011

Trisomía

Estaba jugando con mis sobrinos y me viniste a saludar. Tenías largas rastas rubias. Me incorporé para besarte y, antes de terminar de decidirlo, fingí un tropezón para poder abrazarte. Caímos contra la pared del pasillo. Exacerbando mi actuación nos hice rebotar contra la pared de enfrente y una vez más hasta caer ambos de espaldas en una cama. Me dio mucha vergüenza pero no dejé que se notara en mi rostro. Te incorporaste, te sacaste el pelo de la cara y, parada a los pies de la cama, con tus rodillas en las mías, me preguntaste cómo estaba. Sin esperar mi respuesta saliste del cuarto. Recuerdo ver tu mano y tratar de estirarme hacia ella, sin llegar siquiera a intentar.
Salí detrás tuyo, te alcancé en el living. Estás lindo me dijiste y abriendo grande los ojos me preguntaste: Yo? Tengo ojeras? Te miré a los ojos con detenimiento. Tenías tres. Te lo dije. No te gustó. Mientras el enojo aparecía en tu gesto, uno de los tres ojos, el del medio, empezó a desaparecer, como cuando te apretás un ojo y ves dos veces una misma imagen y de a poco dejás de apretarte el ojo.
En el living había mucha luz, de esa luz bien, que hace ver todo lindo. Parece una fiesta pero no está oscuro, porque es de esas fiestas donde no hace falta la penumbra, son todos lindos. Estaba bastante lleno de putos prolijos charlando y viendo Tvr. Me subí a una cucheta. Estaba uno de mis sobrinos y nos acurrucamos contra el respaldo. Mi hermano me preguntó cuánto estaba el kilo de bola de lomo. Le contesté que cantando una canción de las guerreras en la carnicería de Horacio Fontova no le iban a cobrar nada. Tvr fue a un corte y me levante para servirme helado. Cuando volví habían puesto un canal de cocina donde estaban enseñando a carnear un perro callejero. Me puse furioso. Pongan tvr, putos de mierda! Quién carajo se va a poner a carnear un perro acá, manga de culos con arandela? Dónde mierda está el control? Todos me miraron, algo divertidos. Un puto colorado tenía el control en la mano y lo estiró hacia mi, ofreciéndolo. Cuando estiré mi mano él retrajo la suya y miró mi taza de helado con cara de pícaro. Le ofrecí la taza. La agarró con las dos manos y sin usar cuchara se comió de un trago 2/3 del contenido. Me dio el control y me devolvió la taza. Le dije que se la terminara y me contestó, algo ofendido, que no podía por su dieta. Volví a mi cucheta y puse tvr. Mi sobrino ya no estaba.
Desde mi cucheta te vi. En la puerta del baño el mismo puto colorado te aplaudía mientras vos bailabas para él una suerte de tap vaquero. Usabas las manos en la cintura, como un pollo. Tenías rulos negros, algo parecido a un harlem wet look Lionel Richie. Me hacías acordar a Eddy Murphy en esa peli que él es rey de África y se va a vivir al bronx.

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