Treintañera bonita, a todas luces peligrosa para las almas sensibles.
Ella se detiene a mirar una vidriera. Él, que viene caminando atrás, se para a su lado. La mira.
- Te puedo seguir un rato...? No creo que encuentre nada mejor que hacer.
Ella lo mira de pies a cabeza.
Él se corre el pelo de la cara.
Ella sonríe.
Él no.
- Si te molesta, me decís... y no te sigo más.
Ella sonríe sin contestar, gira sobre sus talones dibujando una medialuna de pelo y reanuda su marcha.
Él camina detrás.
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