Sabor a gro!

12 de enero, 10 de la matina. Pago la yerba, la china me cambia uno de cien sin chistar y gano la calle. Llego a la esquina y cuando voy a cruzar explota un petardo, provocando que cada músculo de mi cuerpo se comprima de la forma más ridícula. Me vuelvo, buscando al autor material del estallido y descubro que comparte mi misión una abuela de esas abuelas buenas que, se nota, se ha pegado un jabón importante pues su mano sigue en su pecho y su gesto sigue siendo uno de susto. A 10 metros diviso, individualizo, separo, evalúo, juzgo y condeno. El culpable es un quinceañero que claramente está al pedo y que me mira con cara de "la calle es de todos, qué me decís"...

Con lo putas que son las pibas de tu edad vos andás tirando cohetes como un pelotudo! Al tiempo que pienso esto, me voy indignando y le suelto, en grito: "Ya fue año nuevo, pendejo! Andate con los cohetes a la concha de tu madre, boludito!". Termino de soltar la frase y me fijo en la abuela que me mira, con los ojos grandes. Me doy cuenta de que he sido grosero y temo que mis palabras hayan empeorado la experiencia de la nona y haberme ganado su reproche, de palabra o pensamiento. Muy por el contrario, la nona, envalentonada por su recién descubierto compañero de indignación, se da vuelta hacia el pibe y arranca con: "A vos habría que colgarte de los huevos, soretito de mierda! Concha de tu madre, enfermito!". La voz de la abuelita, tan buena y buenita que parecía, me hace acordar a Alfio Basile, en las malas épocas, cuando boquita perdía seguido y se saboreaba en sus palabras el deseo de comerse a sopla mocos a un notero principiante.

Mientras mis pasos me alejan del lugar, escucho el rosario de rancias huarangadas que la abuela profiere a los gritos con timing de colectivero y pasión de guarda cárcel y no puedo evitar sonreírme: Implacable nonagenaria puteadora, larga vida!

Yerba mate Amanda

La yerba que más anda!