27 de diciembre de 2010

Ciclismo

Los ismos son siempre malos. También el cíclico quilombito neurótico que en ocasiones invade al ciudadano común en estas épocas de pan dulce y etílicos excesos. No les voy a explicar mucho porque estoy, como ustedes, empachado de navidades y el movimiento dedístico con fines tecleadores me agota, me deshace. Tampoco importa mucho si se entiende... de última es el alcohol en sangre, marcelo, no te vas a andar haciendo problema. Lo importante es que la mano se pone cíclica y a veces, cuando se cruza un rodado, se te hace el ciclociclismo y ese es un tole tole de pedalero pedalín que para qué contarte. Pero a cuento de qué? Bueno, te cuento:
Hoy vi como una señora de 80 pirulos se ponía un casco y se subía a una moto (alta), mientras el motoquero, subido ya al vehículo, no tenía ningún empacho en manifestar su apuro con cara de "Vamo vieja que se va la vida". Ni hace falta, estimo, detallar el nivel de dificultad que significaba la maniobra para la anciana acompañante. Y encima con este calor, qué sé yo, me movilizó en el plano íntimo la escena.
Tanto me movilizó que me dieron ganas de tomarme unas vacaciónes, porque yo también, en algún punto, soy una viejita transpirada trepándose a una moto, llena de miedos, cuiquis, inseguridades y arrugas en la zona de la ingle. Qué nos depara el futuro, es incierto. Menos posteo, tiempo de abstinencia postera, abstinencia re postera, lo mismo de siempre como siempre, nadie sabe. Estemos atentos.

Y guai con dejar la moto sin candado!
Estamos desbocados, estamos.

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