Rueda la redonda sobre el verde césped y automáticamente mi viejo choto interior se vuelve sumiso y mudo al tiempo que el mocosito cebado que me habita le arrebata el micrófono con vocación de arenga: "Corré, puto, poné la patita, la concha de tu madre!". Hago caso. Hago caso hasta el final. La sangre ya no me llega a las piernas y la que llega trae plomo en vez de oxígeno. Me siento antes que termine el cotejo. Las gentes quieren un gol gana pero no doy el brazo a torcer. Nada bueno puede quedarle a este partido para mi.
Volvemos en el auto y mientras siento mis piernas acalambrándose más y más cada minuto huelo el día de mierda que va a ser el lunes.
Despierto un lunes 1 de noviembre y compruebo, horrorizado, el efecto que en mi tienen la vida sana y el deporte: soy la momia de titanes en el ring.
Todo muy lindo, pero el finde que viene
me la pongo hasta el cerebro.
3 comentarios:
Leyendo esto, se me estruja el corazón por ese gol que no te dejé que entre.
Perdoname...por el amor de un dios, perdoname. De haber sabido que tu lunes iba a ser así, hubiera depuesto mi actitud.
Por el amor de un diossss!!! El calambre, la sequía goleadora y el día lunes son en verdad una combinación complicada... espero que las reparaciones vengan con una alta cuota de teatralidad, ya que no soy un mozalbete fácil de engatusar y si me doy cuenta que me dejan hacer los goles temo que las consecuencias psicológicas de tan duro golpe anímico se trasladen raudamente a mi sistema de irrigación sanguínea con fines eréctiles. Igual, es siempre un placer cagarlo a pelotazos y ver como responde, araña negra. salute
Glucocartiflex
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