Sigue la luz

En internet pasan cosas. Uno está lo más pancho viendo las fotitos del fotolog de la vecina de un amigo del primo de un ex socio del hermano de un loco que conoce el heladero que una vez nos vendió un esquimal en plaza israel y de pronto, empieza a sonar el waka waka. "¿Cómo puede ser? Jamás bajaría estas heces sonoras a mi rockerísimo CPU!!" protesta el rockero, con enfado. Lo que pasa, mi querido cultor de pesadas melodías, es que hay páginas que vienen con musiquita incorporada. Vos entrás y empieza a sonar... es como magia o como un cross al hígado, depende el intérprete. El luchador metódico y paciente se dará a la tarea de ir cerrando de a una las 42 pestañas del explorer, descartando así la fuente de la música. El irascible tirará del cable al grito de "se van todos al carajo". Pero el pasivo, que quiere saber cómo salió Velez y no sabe donde más averiguar, es un vil rehén de la perorata shakiresca, la marcha radical o el tema del sapo pepe.

La mayoría de estas webs con sonoridad personalizada tiene un botón con el símbolo parlante o símbolo megáfono, pulsando el cual la música cesa, pero la minoría (cuándo no!) tiene el botón sito en inencontrable locación dentro del internético papiro, por lo que la desactivación musical a gusto y piacere se hace casi imposible. Esta "casi" imposibilidad es comparable con aquella que sufrís cuando, en medio de la noche, te asaltan las ganas de pasar al toillete. El cuarto totalmente a oscuras, no sabés si estás despierto, si estás en tu casa, si estás solo o si, en efecto, te estás por mear encima. Todo es confuso, entre sueños. Incómodo, hinchado, irritado, bacilante, con los huevos acalambrados vas en busca de un cerámico receptor para tan necesitada descarga y, como todo matón que se precie de tal, la perra vida aprovecha el momento de fugaz vulnerabilidad para echarle orégano a la pizza de tu atolladero: el interruptor de la luz se hace inencontrable. Sin luz, desorientado como estás, es imposible determinar el rumbo. La líquida urgencia pide a gritos y, ante tamaño contratiempo, terminás cayendo en la espiral de la ansiedad, buscando la bendita ficha de la luz casi a las corridas, lo que puede desembocar (y las más de las veces lo hace) en el accidente más doloroso del ámbito hogareño: La coalición "dedito chiquito del pie" VS "punta de mueble". Accidente dueño de un dolor que arranca lágrimas aún de los ojos más adultos y buachos puletna y causal del instantáneo relajo del músculo conocido como esfinter... oh, calidez! Húmeda regresión desgraciada!

Sepan, webmasters, nunca olviden, que un botón maliciosamente ubicado puede perfectamente terminar con un adulto llorando de dolor, revolcándose en un charco de su propia orina, un martes a las 4 de la mañana. Seamos buenos. Pongan el mute al principio, pónganlo grande, claro, brillante! Mantener las piyamas secas es deber de todos!

"Ahora vamos a escuchar el nuevo disco de Enrique Iglesias!"

¿A vos te parece?